La palmera necesita un riego copioso tras la plantación o el trasplante.
Puedes utilizar compuestos o aportes de magnesio o potasio en las tierras no demasiado calcáreas. Así estarás evitando que las hojas se amarilleen. Igualmente, fertilizaciones regulares son necesarias para el crecimiento y la salud de la palmera.
En maceta, será necesario que realices un trasplante cada 2 o 3 años, mientras el tamaño de la palmera lo permita. Una vez que su tamaño es excesivo, habrá que colocarlo en un lugar adecuado para ella. Recuerda que las palmeras necesitan sitios soleados y no demasiado alejados de otras vegetales, matorrales o grandes plantas. Entre todas crearán un microclima ideal para la palmera.
NUNCA debemos cortar el tronco. Podemos, en cambio, suprimir las palmas (hojas) estropeadas o resecas. Sobre la palmera canaria, podemos incluso recortar los pecíolos para hacer un tronco más regular. Pero recuerda que estas prácticas sólo son necesarias estéticamente y que debilitan a las palmeras, haciéndolas más sensibles a las heladas.
Como protección invernal podemos proteger a las plantas más jóvenes con una capa de paja de hojas mantenidas por una red. Además, el corazón de la palmera es muy sensible al frío, por lo que es muy útil atar las palmas juntas con el fin de que ellas mismas se protejan de las heladas invernales. En un clima frío, un tejido de protección reducirá los efectos de las heladas. Pero cuidado: estas protecciones sólo hacen ganar unos grados a la palmera. Pero no por ello podemos plantar cualquier palmera en una zona fría. Cada palmera tiene su zona y su resistencia al frío.